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Marinaleda es un pequeño municipio situado en Andalucía, en el sur de España, con unos 2.700 habitantes. Se ha hecho famoso a nivel internacional por haber construido, a lo largo de los últimos cuarenta años, un modelo social y económico basado en la cooperación, la igualdad y la participación democrática.
A diferencia de los regímenes totalitarios del siglo XX, como el comunismo soviético o chino, que se basaban en el control autoritario y en la represión de las libertades individuales, Marinaleda representa un ejemplo de socialismo democrático: un sistema en el que toda la comunidad participa en las decisiones y en la gestión de los recursos, sin renunciar a la libertad personal.
La historia de Marinaleda cambió en los años 80 gracias al alcalde Juan Manuel Sánchez Gordillo, líder carismático y activista social. El pueblo, entonces pobre y con alto desempleo, inició una serie de luchas sociales y ocupaciones pacíficas para conseguir derechos y tierras para cultivar.
Después de años de esfuerzo colectivo, en 1991 la comunidad logró obtener 1.200 hectáreas de tierras agrícolas del latifundio llamado “El Humoso”. Estas tierras se transformaron en una cooperativa agrícola colectiva, la Humar – Marinaleda S.C.A., que aún hoy garantiza empleo estable a gran parte de los habitantes.
La cooperativa eliminó las desigualdades salariales: todos los trabajadores reciben 47 euros al día, por una semana laboral de 35 horas. Los beneficios no van a un empresario individual, sino que son reinvertidos en la comunidad, para crear nuevos empleos, mejorar servicios públicos e infraestructuras.
Marinaleda también es conocida por su política de vivienda innovadora. Para combatir la crisis de la vivienda y los altos precios del mercado, el municipio adoptó el modelo de autoconstrucción asistida:
El terreno es proporcionado gratuitamente por el ayuntamiento;
Los materiales de construcción y el apoyo técnico son ofrecidos por la Junta de Andalucía;
Los ciudadanos construyen su propia casa con la ayuda de profesionales.
¿El resultado? Más de 350 viviendas construidas sin hipotecas ni deudas. Los habitantes pagan solo una cuota simbólica de 15 euros al mes, y no pueden vender la casa para obtener beneficios. De esta forma, la vivienda se convierte en un derecho, no en un bien de lujo.
El corazón del modelo de Marinaleda es la democracia participativa. Cada decisión se toma en asambleas populares, abiertas a todos los ciudadanos. No hay una gestión impuesta desde arriba, sino una implicación activa de la población. Este sistema ha generado un fuerte sentimiento de pertenencia y ha mantenido muy bajo el desempleo.
Los servicios públicos son gestionados colectivamente y ofrecidos a precios muy bajos:
Comedor escolar: 12 euros al mes;
Piscina municipal para todo el verano: 3 euros;
Escuela, centro cultural, instalaciones deportivas, asistencia domiciliaria, radio y televisión locales.
Además, el municipio ha impulsado proyectos para aumentar la autosuficiencia energética, como la instalación de paneles solares en edificios públicos.
En Marinaleda no es obligatorio trabajar en el campo para vivir allí, pero sí se requiere participación activa en la vida comunitaria. Quien desee obtener una casa debe demostrar voluntad de colaborar y compromiso social. Es un sistema que integra economía, urbanismo, energía y gestión política en un modelo coherente.
A diferencia de los regímenes comunistas históricos, donde el poder estaba concentrado y la libertad suprimida, en Marinaleda no hay partido único, no se impone una ideología, no hay censura.
Es una forma de socialismo desde abajo, participativo y libre, que busca el bien común sin sacrificar los derechos individuales.
Marinaleda demuestra que es posible construir una sociedad más justa, solidaria y sostenible, sin recurrir al control autoritario.
Es una realidad concreta donde la igualdad no significa dictadura, y la participación no es una obligación, sino una elección.
Un ejemplo que nos invita a reflexionar sobre cómo podríamos repensar el futuro, empezando por nuestras comunidades.